La Iglesia del Pastor Frederic Nozil, ubicada en Pétion-Ville, Haití, se ha convertido en un faro de esperanza en medio de la violencia y la inseguridad desatada por pandillas en el país. En un contexto donde las pandillas han sembrado el caos, la iglesia y otras instituciones religiosas se han convertido en santuarios y centros de ayuda para las comunidades afectadas.
En los últimos meses, Haití ha sido testigo de una ola de violencia sin precedentes, con pandillas causando estragos en todo el país. Según los informes, casi 400,000 personas han sido desplazadas a la fuerza, y más de 1,500 personas han perdido la vida en los primeros tres meses del año 2024. Los ataques de pandillas han incluido el asalto a hogares, el saqueo de negocios y la interrupción de la vida cotidiana, extendiéndose más allá de la capital, Puerto Príncipe.
Ante esta crisis humanitaria, las iglesias han respondido abriendo sus puertas para albergar a las familias desplazadas, proporcionando alimentos, refugio y atención médica. Ministros como el Pastor Nozil y organizaciones como el Ministerio de Alcance Cristiano Haitiano han enfrentado desafíos significativos, con algunos miembros de su personal siendo desplazados múltiples veces.
La violencia de pandillas ha provocado una masiva salida de haitianos en busca de asilo en el extranjero, impactando a comunidades y sectores profesionales, incluidos la atención médica y la educación. Misioneros y trabajadores humanitarios se han visto obligados a evacuar, dejando a las organizaciones luchando por hacer frente a la crisis humanitaria.
Los esfuerzos para desplegar una fuerza policial multinacional que estabilice Haití se han enfrentado a retrasos, obstaculizando los intentos de combatir la violencia de pandillas. Mientras tanto, continúan los llamados para que la comunidad internacional brinde apoyo y ayuda para abordar la crisis en Haití, en medio de desafíos y incertidumbres en curso.
Imagen destacada: Global News
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